La transformación digital es el proceso que toda empresa debe emprender para adaptarse al mundo digital actual. Implica combinar inteligentemente la tecnología con sus conocimientos y procesos tradicionales esenciales. Así se logra ser más eficiente, competitivo y rentable, apoyándose en dos grandes fuerzas: la tecnología y el nuevo cliente transformado por ella. El objetivo es, primero, sobrevivir a este cambio y luego ser relevante en el nuevo contexto, sin perder la identidad empresarial.
Cabe acotar que la transformación digital es un proceso diferente en grandes corporaciones, empresas medianas o microempresas, por lo que cada una debe abordarse de forma distinta. Hay puntos clave para que sea efectiva, como recursos humanos, económicos, liderazgo, compromiso, gestión del cambio, conocimientos y habilidades, entre otros.
La transformación digital no es un fin, sino un proceso necesario de profundo cambio tecnológico y cultural que toda organización debe implementar para estar a la altura de sus clientes digitales. Se debe integrar lo tradicional vigente con nuevos procesos que nos hagan más eficaces, más cercanos a nuestro mercado y sus necesidades, siendo rentables. Tan sencillo y tan difícil como desarrollar productos, servicios y procesos que se adapten mejor a los clientes sin perder la identidad empresarial.
Es un proceso de cambio que toda compañía debe abordar, no solo para sobrevivir, sino para aprovechar y crecer gracias a las enormes oportunidades de la economía digital. Las empresas deben transformarse interna y externamente para adaptarse a las expectativas de clientes y empleados.
La economía digital no debe percibirse como amenaza, sino como gran oportunidad.
Todo cambio implica la pérdida de la zona de confort, ya sea material o no. Puede ser incluso la incomodidad previsible de, por ejemplo, el tráfico diario al trabajo. Lo que dificulta dejar la zona de confort es la resistencia al cambio, mezcla de pereza, miedo, apatía y expectativas de pérdida.
La transformación digital se inicia por una crisis (como la pandemia de COVID-19 que aceleró el proceso) o por el compromiso de los líderes de adaptarse continuamente a los nuevos clientes.
La crisis se produce cuando lo viejo no termina y lo nuevo no nace. El cambio debe ser liberado por la inspiración, uno de los motores del cambio impulsado también por la necesidad: Cambio = Necesidad – Resistencia
Partiendo de que el cambio es inevitable y necesario, las personas de la organización pasarán por estas fases hasta sentirse cómodas: negación, resistencia, exploración y compromiso (la curva del cambio).
Hoy conviven en las empresas tres generaciones diferentes (Baby Boomers, X, Millennials y Z) con distintas visiones del mundo y roles jerárquicos. Conocer las consecuencias de esta diversidad dará pistas sobre la evolución empresarial.
El gran reto es tener en cuenta el factor humano, pues ningún cambio se logra sin el apoyo de los miembros de la compañía. Se necesitan líderes que comprendan el entorno digital y lideren esta oportunidad, reconociendo las fases emocionales del cambio y apoyando a los empleados en cada una. Eliminar resistencias que pongan en riesgo la transformación digital y la supervivencia empresarial.
Algunos puntos clave:
- Aprovechar la diversidad generacional como valor, nadie sobra si tiene la actitud adecuada.
- Los líderes deben desarrollar una visión de futuro y compartirla en la organización.
- En crisis se exigen líderes jóvenes con nuevas ideas, acompañados de líderes anteriores.
- Se necesita talento humano enfocado en las personas. El líder debe guiar a su gente a donde nunca han llegado.
